jueves, 17 de mayo de 2012

¿Nos conocemos?

                  
 Sección: Lavar y Marcar (3)

-Menudo día de lluvia –dijo Mati-, espero que pare alguna vez. A mí me encantan estos días,  es lo que tiene la primavera. Sin embargo,  aunque me guste, si tengo el día flojo, pues lo acentúa, esta es la pura verdad.

- “! Vaya recurso, el del tiempo, para entablar conversación!”

-Yo cuando huelo a lluvia ya sé que el ánimo me va a bajar y entonces me digo: Mati disfruta de esta sensación porque también se irá y sabes perfectamente que otro día llegará con un sol esplendoroso.

- “¿Esplendoroso? ¿puede ser el sol esplendoroso?”  -Yo todavía no sabía que Mati tiene un argot particular para expresarse.

-Igual nos levantamos con el pie izquierdo, quiero decir, con pocas ganas de todo, con cosas que nos preocupan… Pero si hay sol, pues las cosas son de otra manera. Lo malo es que llueva, entonces todo se junta, el día va empeorando, nos encontramos feas, tristes, tontas y podemos acabar de bajón, entonces tenemos la opción de alegrarnos yendo de compras o… ¡viniendo a la peluquería!

Y soltó una carcajada mirándome picaronamente.”¿A dónde quería llegar?”

-Quizá no sea nada de eso –contesté secamente, dándome por aludida sobre todo en lo que se refería al “bajón” -y simplemente sea que quieres ponerte guapa porque no estás presentable.

-Ah! No mi niña, si lo dices por ti, no. Tú ya eres guapa, siempre hay algo más.

Me reí frente al cumplido - Mati ya me había robado una sonrisa

- Si sabré yo de esto, muchos años en este oficio poniendo guapa a la gente. Es lo mejor de mi profesión, pero a ti te hace muy poca falta… esto no es más que un pretexto.

-Quizá sea como dices, a veces resulta difícil comprenderse a sí misma  -dije disculpándome, mientras me daba cuenta de que me había sacado una reflexión.

-Pues verás cuando termine de apañarte… ni te vas a conocer

¡ Vaya si tenía razón! La frase llevaba doble sentido. Cuando salí de la peluquería me sentí distinta y lo de menos era mi aspecto físico. Por primera vez desde hacía mucho tiempo caminaba sin prisas por llegar a casa, disfrutando, bajo mi sombrero, del frescor de la fina lluvia que unas horas antes había atacado  mi sistema nervioso.

Sentía una rara sensación de bienestar después de una larga conversación  mantenida con una extraña. ¡Menuda brujilla esta peluquera!


-¡Miriam, pasa al lavabo ! – me dice Mati.
Saliendo de mis pensamientos dentro de mi esfera celestial tomo conciencia del entorno y me encamino hacia esa zona de prácticas que yo llamo diván.

                                                                                                               Violeta Abad

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