domingo, 7 de abril de 2013

Vivir a los 50

Heidemarie Schwermer es una mujer alemana que a la edad de 53 años decidió dar un rumbo nuevo a su vida desprendiéndose de todo lo material para comenzar una nueva experiencia. Hoy a sus 70 años, y con el cambio ya incorporado, afirma con seguridad que se puede vivir sin dinero.
Heidemarie desde una posición acomodada, tomó la decisión de repartir sus posesiones entre sus hijos, familia, amigos y todos aquellos más necesitados, con el fin de llevar a cabo la experiencia de vivir sin dinero. Las causas de su decisión fueron, según dice,  por la sensación de injusticia que le provocaban el hambre de unos y el derroche de otros. Su pretensión era vivir de forma diferente, abandonar una vida dominada por el tener y no por el ser, más acorde con lo que sentía ante la evidente desigualdad de los seres humanos en este mundo.
Así pues, esta “excéntrica” mujer, después de cerrar las cuentas de sus bancos, comenzó a vivir sin marcos y se convirtió en una sin techo, ganándose el sustento con sus conocimientos de psicóloga y terapeuta gestáltica, pero también cocinando, limpiando, recogiendo a los niños del colegio…cualquier labor para mantener sus necesidades básicas cubiertas y si bien, como dice, algunas veces fue duro, su experiencia le ha demostrado que la gran mayoría de las preocupaciones que tenemos en la vida cotidiana, relacionadas principalmente con el dinero, son ridículas.
Su forma de vivir se ha convertido en una auténtica filosofía de vida basada en el “dar y tomar”, por lo que no es extraño que se publicara un libro y posteriormente una película (“living without money”) con cientos de proyecciones por Europa y Estados Unidos.
A día de hoy, Heidemarie vive la vida que quiere, con pocas pertenencias y una gran cantidad de amigos que se reparten por varios países. Ella tiene la convicción de que, según palabras suyas, hay que aprender a trabajar con el miedo y a vivir el momento presente, por eso viaja a donde la llamen  compartiendo  esta experiencia.
Los hijos se sienten satisfechos de su madre, pero su actitud no provoca indiferencia al resto de la gente, a algunos les confunde, a otros les atrae, incluso llega a ser un ejemplo, como es el caso de la propia directora de la película que ha seguido sus pasos después de convivir con ella.
Valga este testimonio en unos momentos de una gran caída de valores, en el que una mujer a los 53 años decidió cambiar y tomar conciencia con la distancia que te dan esa cantidad de años. Porque soy de la opinión de que  a los 50, después de sumar tiempo a tu existencia, aparece el deseo de descontar. Se van descontando los días que te quedan, pero también restando esas cargas que te hicieron sudar plomo, ahora que el cuerpo va tornándose más ligero y frágil.
En esta edad, dejas de sumar para pasar a restar, y entonces, le restas importancia a las cosas, acortando distancias emocionales, porque dejas de mirar al pasado, sin memoria, pues la memoria que en otro tiempo fue herramienta de supervivencia, ahora pasa a ser una máquina de nostalgia.
Vivir a los cincuenta es descontar tiempo para recibir el presente, restar preocupaciones para sentirte libre, perder lo material para experimentar lo esencial. Es la hora del ejemplo (gracias Heidemarie), de vivir en paz, de la entrega, de permanecer desnudo con el único propósito de devolver todo lo que te fue dado.
Y como nota curiosa, también cada 50 años es la celebración del Jubileo, año en el que las deudas son perdonadas y los esclavos son liberados. Liberarse de todo lo que nos esclavizó cuando no tuvimos tiempo para descubrir lo fundamental de nuestra existencia

                                                                            V. Abad