domingo, 20 de mayo de 2012

Sobre mí misma


Sección: Lavar y marcar (4)

Qué tal niña? ¿Hoy qué  te vamos a hacer? En realidad yo nunca le contesto, pero mi peluquera siempre  pregunta lo mismo mientras me coloca la toalla a sabiendas de lo que va a hacer. A estas alturas de la vida Mati conoce más que yo, determinados aspectos de mí misma.

Sabe que me llamo Miriam y que tengo una gran familia formada por un marido y cuatro niñas. Sí,  cuatro, y niñas, con edades comprendidas entre cinco y diez años. El último parto fue gemelar, un embarazo lleno de deseos de un pequeño varoncito. La sorpresa resultó concluyente: dos hembras más ¡se acabaron los embarazos! No tendría por qué haber existido tal sorpresa, al menos en lo que se refiere al embarazo múltiple, ya que éramos conscientes de que en mi familia existían estos casos, sin ir más lejos yo misma nací gemela de otra niña que murió al nacer.

Tal vez esta circunstancia produjo rechazo en mi madre o tal vez no, lo cierto es que las relaciones con ella siempre fueron escasas o más bien nulas. Por el contrario, la existencia protectora de mi padre llenó de vida y alegría la infancia de una niña menor de tres hermanos varones que le sacaban cierta edad, mucha estatura y bastante distancia en todo lo demás.

Su temprana muerte provocó mi huída de un hogar vacío para mí. Me liberé de la fuerte indiferencia de mi madre, marchando a estudiar  enfermería a los 18 años a Madrid. Aquí coincidí con Diego, amigo de mi hermano y estudiante de Teleco, con el que felizmente me casé. Desde entonces muy pocas veces he hecho las maletas para viajar a mi ciudad natal.
 
Así que tengo una familia normal con un marido normal y una vida normal. Con la excepción de que mi marido nunca está en casa debido a su carrera profesional, y de que vivo con una abultada prole que soporta un evidente desarraigo familiar.

Mati está terminando de quitar la humedad de mi pelo con la toalla. No me ha dirigido la palabra en todo el tiempo, a veces me deja sola con mis pensamientos y una agradable sensación de compañía silenciosa. Cuando me veo en el espejo pienso en mis 36 años a la vez que dirijo distraídamente la mirada a mi peluquera. Se me ocurre calcular la edad de ella, y espontáneamente le pregunto:

 - Mati ¿Cuántos años tienes?

Me devuelve la mirada con cara divertida, como diciendo ¡ah!  ¿ era eso?, y me contesta:

         -Pues no es tan sencillo, tengo muchas edades. Mi edad corporal  no es muy segura, depende de  lo que me duela ese día. No es lo mismo una molestia en la muela que un dolor de huesos. Hoy estoy pocha, tendré… unos 62 o 63 años. Si quieres saber la edad que tengo por mi experiencia, por  todo lo que me ha dado la vida y he aprendido de ella, tengo 120 aproximadamente, y si me hablas de edad según mi estado anímico actual pues tengo cerca de 23. Así que, echa cuentas.

No suelo ser muy directa en las conversaciones porque tengo un carácter más bien tímido, pero cuando lo intento con Mati, al final, me deja hecha un lío. Esta vez era una de esas… De lo que estaba segura, conociéndola un poco, es que le importa un pimiento su edad real.

                                                                                                                        Violeta Abad

No hay comentarios:

Publicar un comentario