martes, 3 de noviembre de 2015

Algo hay que hacer



Tal vez no importe que los gobiernos de occidente sigan con sus políticas desestabilizadoras en países de otros continentes poniendo y quitando sátrapas a conveniencia, o vendiendo sus sofisticadas armas a sus mandatarios para en definitiva, dejar a la población a merced de su suerte, mientras ellos consigan sus objetivos económicos.

No importa pués, que aquellas gentes, y digo “aquellas” por señalar el sentido de lejanía que occidente tiene de ciertas cuestiones, se jueguen la vida en insufribles viajes a través del desierto y el mar con sus hijos pegados al pecho.Tampoco es de relevancia la fluctuación de cadáveres en el agua, en pequeñas barcazas o en maleteros de coches, personas y niños que huyeron en busca de la paz y el progreso de los que carecían. 

Entretanto, con su típico carácter bipolar, el norte cierra los ojos dando ayudas para instalar concertinas en las fronteras, a la vez que sanciona hipócritamente a los países limítrofes por su dureza en el trato a los inmigrantes. Pero ahora a los inmigrantes se suman  los migrantes y  el colapso está en la puerta de todas las casas… Algo hay que hacer.

No es posible que mientras los desheredados en algunos países europeos son contenidos a golpe de mamporros y manguerazos, tratados como delincuentes, incluso como terroristas; los rancios políticos con traje de corte clásico, zapatos de buena piel  y perfume de marca, se reúnan “cumbre” tras “cumbre”, para decidir una y otra vez las cuotas de redistribución que cada nación ha de asumir, apelando a la solidaridad de los países a los que no se les pregunta cuando se trata de repartir riqueza.

Números que no son más que almas a las que hay que acoger con premura, porque van creciendo exponencialmente por encima de las raquíticas propuestas de los sagaces dignatarios, que ven como la crisis humanitaria se va recrudeciendo. Un continente que se echa encima del otro inexorablemente. Miseria frente a miseria, la de los pobres necesitados contra la de los pobres de espíritu… Algo hay que hacer.

No es de recibo que sea la solidaridad de la buena gente la que aplique soluciones desplazándose valientemente a la zona de conflicto, barcos preparados por algunas instituciones para salir en busca de los desamparados, amarrados por la sinrazón de un gobernante que dice que las acciones han de ser en conjunto, unánimes y en función de los acuerdos… ¿qué acuerdos?  Miedo de que le corten los huevos que no tiene. Algo hay que hacer.

Tal día como hoy, en una de aquellas agradables charlas con mi profesor de ética en las que hablábamos del caos que circundaba el mundo, él me preguntó si yo creía que el ser humano  había crecido a lo largo de la historia. Como no supe contestarle, él me respondió que habíamos avanzado con el nacimiento de LOS DERECHOS HUMANOS, pero eso fue hace mucho tiempo. Ya no quedan derechos, ni libertades, ni vergüenza… vergogna que diría el Papa. Algo hay que hacer.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         V. Abad