Nadie dijo que la vida fuera fácil, que el recorrido sea lineal, que los hijos sobrevivamos a los padres, y que sólo se enferme cuando tienes cierta edad.
Nadie dijo con seguridad que existiera el libre albedrío, que por ser racionales no fuéramos a estar sujetos, tanto a leyes físicas, como a las que crea la naturaleza de nuestro propio raciocinio.
Nadie dijo que cumplir años signifique consolidar, que trabajar duro conlleve el éxito, que elegir sea acertar y que al final de la vida recojas lo que has sembrado.
Nadie dijo que la vida fuera justa y que gana el que se lo merece, que la balanza se incline hacia el más desfavorecido y que siempre triunfe la justicia.
Nadie dijo que la vida no esté exenta de dolor, que la felicidad no fuera más que un sentimiento -eso sí lo dijo Kant- , en medio del fracaso y del sufrimiento.
Nadie dijo que vivir no fuera luchar y que luchar significara vencer.
Nadie dijo que cuanto antes asumamos, padres, hijos y espíritus santos, los “nadie dijo”, mayor probabilidad tendremos de superarlos.
Nadie dijo que al fantasma hay que mirarle a la cara para iluminar su oscuridad, para diluir esa funesta sombra que con frecuencia escudriñamos temerosamente por el rabillo del ojo.
V. Abad
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