domingo, 11 de noviembre de 2012

Puedes marcharte

Hoy te has levantado como cada día con esa sensación de malestar que no te abandona. Te preparas para ir a desarrollar una función en un trabajo que no te motiva nada. Un empleo con un contrato precario, tú, que tanto esfuerzo hiciste por tener una formación adecuada. Y dando gracias, encima, porque muchos de tus amigos cada mañana, se levantan con los papeles de su titulación, sus posgrados y sus idiomas debajo del brazo, mirando hacia una puerta abierta al vacío.
Tú, que piensas que vales mucho más de lo que te reconocen y que ganas menos de lo que te mereces. Que tus jefes, a los que les estás haciendo un favor,  son unos mierdicas y que en algún lugar, más allá de ti mismo, hay alguien que descubrirá tu genialidad.
Tú que pasaste las noches en vela, primero estudiando para cada examen, después para prepararte  una a una,  las selecciones de personal a las que te has tenido que enfrentar para acabar en una situación laboral que consideras precaria.
Tú, que no puedes soportar ya la frustración de vivir en un país al  que tildas de inculto,  cateto, corrupto, lleno de gente machista y vulgar, cuyos políticos no van más allá de  imponer leyes vergonzosas que aseguran su  recóndito poder.
Tú, que no te sientes responsable de lo que está pasando, que dices no tener deudas ni hipoteca, que crees no deberle nada al terruño en el que naciste.
Tú, que con tu juventud, tu inteligencia y tus conocimientos, te preguntas frecuentemente, por qué no terminas de coger tus bártulos talentosos y marcharte allá donde se puede esperar algo, en vez de quedarte en un país sin futuro.
Pues bien,  tú puedes marcharte porque al fin y al cabo tienes la libertad de escoger tu propia senda. Pero no destiles tu amargura, no escupas tu rabia, no culpes a los demás de tu fracaso.
Si crees que no hay nada por hacer, agarra la maleta y márchate, pero no faltes, no ofendas desde tu atalaya de conocimientos. Muchos ya se fueron antes que tú y otros lo harán después.
Márchate discretamente, como lo hicieron nuestros abuelos, vete con la dignidad con la que saltan la valla los africanos, con determinación y silencio. Sin hablar mal de quien te crió, de quien te facilitó lo que buenamente eres, y de quien finalmente, dejó de seguir haciéndolo.
Pero márchate, no digas que estás atado a tus afectos, a tus responsabilidades, porque no tienes más responsabilidad que  vivir como tú quieras. Y deja este país en el que aún queda la posibilidad de recuperar los derechos usurpados  y la de trabajar en todo lo que queda por hacer, y eso, ya lo harán otros que tienen la misma libertad  que tú para elegir.

                                                                                            V. Abad

1 comentario:

  1. A veces nos dejamos llevar por la corriente del desánimo, la decepción, la queja... y eso nos lanza a compartir expresiones y sentimientos sin reflexionar lo suficiente. Considero estas palabras un revulsivo a algo que hace poco medité, gracias a tu opinión y la de otra persona muy cercana.
    Yo ya he elegido quedarme y empujar, empaparme de los que trabajan y pelean. No seguir alentando, aplaundiendo, compartiendo protestas de los que dicen mucho... y hacen poco.
    Un suerte, tener a mano tu forma de ver las cosas.

    ResponderEliminar