martes, 5 de junio de 2012

Mi querida Bruja

                           Sección Lavar y marcar (6)



Mi salón de belleza no es un establecimiento de los que abundan en este momento. Hace tiempo que proliferaron las franquicias con personal que va rotando de modo que, si te gusta un día cómo te han dejado, pues despídete de volver a repetir. El trato que se suele dar en estos comercios es más impersonal ya que, la movilidad y la volatilidad laboral hacen que el propio empleado no se comprometa demasiado con su trabajo.

Por el contrario, mi peluquería es un recinto en el que una gran profesional le da un carácter seguro y atemporal. Dentro de ella, cada persona aporta su propio valor  originándose un grupo que conforma ese universo singular. Todo esto se debe a que mi peluquera, es un ser con un concepto muy elevado de integridad y un nivel de compromiso personal que proyecta con generosa naturalidad.

Mati se enfada cuando le piden ofertas de sus servicios porque ella sabe muy bien a quién tiene que cobrar, cómo y qué.

-  ¿Qué te crees que esto es Marco Aladín? –contesta encasquillándose cuando se siente irritada. - ¡No pienso llenar mi cristalera de pegatinas con precios! Su manera de estar en su local es su manera de ser en la propia vida, no cambia en nada tanto si está dentro, como fuera de él.

Ella sabe que soy una viciosa de los libros, aunque  yo no me definiría como una lectora, sino como observadora de libros, porque no recuerdo los autores, los títulos, los nombres… sin embargo, absorbo e integro totalmente su contenido por medio de mi capacidad de observación. Y cuando le cuento esto,  me contesta que ella es una lectora de vidas. Que su peluquería es un gran libro vivo en el que circulan cientos de personajes. Mi querida Mati es una sabia analfabeta.

Cuando la miro, me pregunto ¿Por qué llevará esas pintas? ¿Por qué se empeña en mantener ese “look” estrafalario? Y a veces parece que me lee el pensamiento porque me responde espontáneamente, y me digo una vez más para mis adentros, -¡si será bruja!

- Quizá Miriam tu no aún no lo comprendas, pero cuando cumples 50 años y te vuelves invisible,  te ves obligada a estar “fuera de mercado” y es cuando te liberas. Yo hace mucho que cumplí los 50 y hace mucho que me siento liberada, es algo que  no cambiaría por nada. Y me lo dice sin pestañear con una soltura sin igual, mesándose unos cabellos tintados de mechas rosas.

Mi querida bruja, - me vuelvo a decir fascinada - cuánto aprendo de ti, eres mi libro vivo, como bien dices tú. Y lo mejor de todo es que lo sabes de sobra.

                                                                                                      V.  Abad


2 comentarios:

  1. Matí es un sabia de las que llenan con su anonimato los hogares. Filosofía pura para andar por la vida, pero eso sí, sin pretensiones.

    Muy buena la descripción "lectora de vidas". Imposible no identificarse con alguno de los personajes.

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  2. Todos deberíamos poner una Mati en nuestras vidas. Y hay un montón de ellas desperdigadas por ahí... sólo hay que tener la suerte de encontrarlas, o la agudeza de adivinarlas.

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