viernes, 22 de junio de 2012

El salto cuántico



Salto cuántico. En física: cuando un electrón salta de una órbita a otra sin recorrer el espacio entre las dos. En un sentido más amplio, un salto cuántico es un cambio de estatus –de un conjunto de circunstancias a otro- que ocurre de manera inmediata sin sucesos intermedios.






A menudo me cuesta distinguir la relación que existe entre los titulares que informan sobre economía, y mi vida personal. De hecho debe existir tal relación, ya que saltan las alarmas cada vez que se habla de cosas tan chocantes como, prima de riesgo, emisión de bonos, deuda soberana… confieso mi  ignorancia supina  a pesar de los grandes esfuerzos del señor  Abadía, al que le traslado mi agradecimiento, por hacernos comprender lo incomprensible.
Recuerdo, que siendo yo aún adolescente, me llamaban mucho la atención unos documentales que veía con mi padre, sobre un economista llamado Galbraith. Entonces, de manera intuitiva,  sí que encontraba un nexo de unión entre la economía y la sociedad.
Actualmente, las cosas han cambiado mucho, y en economía lo único que acierto a entender es que hemos creado un tremendo “alien”  mutante, fuera de control y al margen de la sociedad.
Cierto es que cada vez soy más pobre, porque me veo obligada a consumir menos y a comprar más barato; sin embargo, no encuentro los hilos que conectan la “alta economía” con mi monedero.
Y ¿qué pasaría si se condonaran las deudas de todo el mundo?, o  ¿si alguien conectara la máquina de hacer euros para pagarlas todas? ¿seríamos más ricos? ¿Se corresponde la deuda con las reservas de un país? Es más, ¿se corresponden los recursos naturales con esta parafernalia económica?
Tal vez un economista entendido podría pensar, con toda la razón, que soy una inepta,  pero por desgracia,  creo que a ellos también este zurriburri se les ha  ido de las manos y muchos, más que predecir,  vaticinan con el pulpo Paul en la bañera.
La  distancia que existe entre el poder económico y mi realidad, es la misma que guardo con los poderes políticos, o sea, abismal. Tanto es así, que estoy más cerca del niño que apadrino a  miles de kilómetros, que de la sucursal bancaria que tengo a unos pasos de mi casa.
A mí esto de la crisis me ha vuelto un poco cursi, porque más bien creo que estamos en un momento en el que nos han abandonado los valores, o nosotros a ellos. Todo sistema social lleva aparejado un sistema de valores que le hace funcionar, y cuando uno cae, inevitablemente, cae el otro. Es decir, ellos dotan de sentido a las sociedades; y esto, muy a pesar de filósofos como Nietzsche, él, que ni siquiera  pudo dejar clara la transvaloración que convertía al hombre, con la pérdida de los valores,  en Super Hombre.
Las consecuencias de todo ello es, que cada vez se distancian más los estamentos sociales, políticos y económicos de los elementos que los componen, creándose, a mi entender una forma de esquizofrenia y desorden social.
La conexión entre el niño de la foto que sonríe delante de un pozo recién construido y yo misma, guarda un valor añadido llamado solidaridad. Por eso sentía cercana la economía de Galbrahit, porque, al margen de ser competente o no, abogaba por las igualdades sociales, aspirando a un valor, que es el de la justicia. Igualmente, valores como la honestidad o la integridad, aproximan a las instituciones y a los políticos, al ciudadano.
Con todo lo dicho, tan sólo quería resolver el desasosiego  que me produce la desconexión entre mi realidad circundante y las estructuras que la sustentan, sabiendo que el salto cuántico entre una y otras se encuentra en el beneficioso ejercicio de los valores. Por eso es necesario que reflexionemos en la necesidad de aportar nuestro valor añadido a lo que hacemos cotidianamente, pues muchas veces las cosas más complejas se resuelven de la manera más sencilla.
                                                                                                                             V. Abad

1 comentario:

  1. Yo con esto me he quedado más desasosegada aún...
    Por si sirve de algo, te diré que el otro día me reuní con la consejera delegada de mi empresa -señora supuestamente muy relacionada en los medios empresariales y económicos actuales-, la cual formuló su solución para arreglar esta desfeita: darle a la maquinita de los euros.
    Ya sois dos personas, en una semana, las que mencionan una misma idea... yo estoy hecha un lío.

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