lunes, 22 de junio de 2015

¿Filoqué?


Resulta desolador escuchar conversaciones cotidianas, mantenidas por  personas de buen nivel cultural  en las que se dicen cosas como: “Yo le dije a mi hija, escoge  filosofía para selectividad, son ocho autores coñazo, la mitad del  programa y lo tienes casi seguro”; o “ ahí estaban haciendo la prueba de filosofía sólo 10 alumnos, diez pirados”,  y es que si fuéramos capaces de profundizar en nuestras palabras, la mayoría de las veces nos quedaríamos mudos, aunque la realidad es que estamos  ciegos y sordos.

Al final la asignatura de filosofía ha resultado ser una disciplina instrumental para subir una nota que otras materias con mayor "dificultad intelectual" no te permiten; ese es el mensaje revelador de esta madre pues en general,  a nadie le importa el conocimiento filosófico.

Así que, a nadie le importa que sus hijos dispongan de un código ético soporte de una personalidad con la que van a tener que lidiar toda su vida. Tampoco que nuestros niños aprendan autocrítica, a pensar, discernir, cuestionar, ante la cantidad de situaciones que se le van a presentar a lo largo de su existencia. No es relevante saber que los problemas tienen una solución y que las preguntas bien formuladas guardan en sí el 90% de la respuesta. Y lo que es de suma trascendencia, acceder al conocimiento  es  conectar con el sentido de la vida, algo que la mayoría de nuestros jóvenes  ignoran y cuya carencia origina enfermedades típicas de nuestra sociedad, como puede ser la depresión y otras. Claro está, que a mis afirmaciones, la perspicaz conversadora podría contestar que estas cuestiones se pueden solucionar con ayuda de las ciencias y de la religión.

Pues resulta que la filosofía que nosotros conocemos, esto es,  la griega,  es una materia de la que se segregaron todas las ciencias y negarla,  sería negar nuestra propia humanidad. El sentido instrumental que le da la sociedad actual dista mucho del que yo entiendo, ya que el pensamiento no puede ser más que una herramienta para la vida que te lleva desde el razonamiento y el sentido común, hasta la conquista del ser.

Igualmente, la religión se escapa del concepto y de la elucubración para apoyar convicciones como la creencia y la fe, que si bien pueden ser objeto de especulación filosófica, no forman parte de ella. Se puede ser ateo, pero es una tragedia ser ignorante.

Como decía Descartes, los hombres que mejor filosofan son los que dan naciones más civilizadas. Y aquellos que están en el poder lo saben,  por eso aplican fuertes recortes en asignaturas humanistas y en general en la educación que merman aún más, si cabe, la preparación vital y personal del alumno. 

Mientras tanto nos movemos en una sociedad dividida entre el blanco y el negro sin posibilidad de distinguir los matices. Si estudiáramos filosofía para aprender, en vez de para aprobar, estaríamos más relacionados con significados difusos como sofisma, entelequia, felicidad… que nos  ayudarían a distinguir las tonalidades de nuestra intima realidad.

Así pues, podemos seguir arrebatándoles las humanidades a los alumnos en las escuelas, pero no debemos hacerlo desde las raíces del entorno familiar, porque les robamos su condición de ser humano y en ese caso, sólo tendremos máquinas perfectamente preparadas para desenvolverse en una sociedad nihilista. Esa sociedad en la que el mayor logro personal es alcanzar el estatus de persona brillante a menudo, en detrimento del de buena persona, sin preguntarse en el recorrido, si coincide su “querer” con su “ser”. La separación de lo uno y lo otro, es lo que provoca el desasosiego y la angustia vital que muestran la mayoría de nuestras sociedades occidentales .

Simplemente le recomendaría a esta madre las palabras de Einstein que hablan sobre la facilidad del ser humano para hablar en dos años, y  la necesidad de otros sesenta para callar.
                                                                                             

                                                                                                                               V. Abad




SER (lat. ens): Aquello que todos los seres, existentes o posibles, tienen en común, y a lo que compete existir de alguna manera "Id cui competit esse".

SOFISMA: Razonamiento falso presentado con apariencia de verdadero.

ENTELEQUIA: Término que empleó Aristóteles para designar la perfección o realización plena de las potencialidades de un ser, o la expresión completa de su forma.

FELICIDAD: Estado de armonía o plenitud interior, reflejo de la recta ordenación de la vida hacia su verdadero fin. La felicidad se diferencia del placer: puede una vida llena de placeres ser profundamente desdichada, y, a la inversa, ser feliz sin disfrutar de placeres. Etimológicamente, procede de buen demonio, término en el sentido socrático del daimon interior o espíritu profundo personal.

NIHILISMO: Término que se aplica a algunas teorías para indicar que sus consecuencias, directamente o por "reducción al absurdo", conducen a la negación de la realidad o a su no inteligibilidad.

HUMANISMO: Movimiento artístico que caracterizó el Renacimiento italiano del siglo XV por su afición a las letras y las ciencias humanas, con paralelo abandono de la teología y la metafísica. Dícese también de toda doctrina que hace del hombre centro y medida de todas las cosas.




jueves, 28 de mayo de 2015

Abrirse al Cielo


Mi entorno y sus circunstancias me llevan a una profunda reflexión acerca de los apegos. A menudo vivimos aferrados a las cosas en la creencia de que su posesión nos hará felices. Sin embargo, no nos percatamos de que, en la lucha por conseguirlas y retenerlas, vamos perdiendo felicidad.

En nuestra cultura, pasamos toda la vida esforzándonos para obtener beneficios que al final no suelen compensar o no llegan nunca. Sencillamente, el pago largo y costoso de una hipoteca, las cotizaciones más caras para conseguir la jubilación menos barata, son fatigas que prometen un bien… tener por encima de ser. 

Por otra parte, la mayoría de las veces nos origina tanto pánico lo nuevo, que preferimos amarrarnos a viejos programas y situaciones que a pesar de ser dañinos, generan la errónea sensación de estabilidad. De este modo, nos  atamos a relaciones humanas tóxicas o a hábitos y creencias que  proporcionan mucho sufrimiento, a cambio de una falsa seguridad.

En  El libro tibetano de la vida y de la muerteSogyal Rimpoché  invita a meditar sobre la permanencia de las cosas con el siguiente experimento:

“Coja una moneda. Imagínese que representa el objeto al que usted se aferra. Enciérrela en el puño bien apretado y extienda el brazo con la palma de la mano hacia el suelo. Si ahora abre el puño o afloja su presa, perderá aquello a lo que se aferra. Por eso está apretando. Pero hay otra posibilidad: puede desprenderse y aun así conservarla. Con el brazo todavía extendido, vuelva la mano hacia arriba de forma que la palma quede hacia el cielo. Abra la mano y la moneda seguirá reposando sobre la palma abierta. Ha dejado de aferrarse. Y la moneda sigue siendo suya, aun con todo ese espacio que la rodea.

Así pues, existe un modo en que podemos aceptar la impermanencia sin dejar de disfrutar de la vida, todo al mismo tiempo, sin aferramos.”

Decididamente, aprender a vivir con las palmas hacia el cielo resulta bastante difícil ya que necesitamos creer que poseemos algo, dotando a los objetos y a los hechos de una ilusoria consistencia. En un grado más elevado y con sumo esfuerzo, podríamos afirmar que no nos tenemos más que a nosotros mismos; y ni siquiera eso sería un consuelo, porque a menudo nos solemos traicionar al  vivir desligados de nuestra naturaleza esencial. Así pues, el fin de nuestra existencia sería dar con nuestra propia esencia.

Pero constatar la esencia en la vida cotidiana es complicado porque nos solemos distraer y acabamos prefiriendo lo imaginario a lo real. Por eso, nos descoloca tanto la imagen del que se despoja de todo, juzgándolo duramente, ignorando que la entrega nos proporciona la libertad del que no tiene nada que perder. Alguien me dijo una vez “desnudo vine y desnudo me marcharé”, esa es la filosofía.

Por eso cuando descubro en mi mismidad, que mis anhelos, dolores, sentimientos y pensamientos, se pueden en cualquier momento, reducir a vapor de agua, me acuesto entre el cielo y la tierra a soñar con la nada. Es la hora de la liberación.

Lo ideal sería desprenderse de los apegos con la delicadeza del que lanza un pajarillo a la libertad. Como las madres sueltan a sus hijos, como los hijos despiden a su difunto padre, dejando marchar.

Termino con los versos del poeta inglés William Blake que ilustran este manual de Sogyal Rimpoché sobre la vida y la muerte:


Aquel que se ata una Alegría
la alada vida destruye;
aquel que besa la Alegría según vuela
vive en la aurora de la Eternidad?


                                                                                                                                                                                                                                                       V. Abad

miércoles, 29 de abril de 2015

Puente de Plata



Puente de piedra con buganvillas,
o de madera y su barandilla,
Puentes, puentes, 
para llegar a la otra orilla

               Puente de oro
               a quien lo dio todo,
               y para mi abuelo…
               puente de caramelo.

                          A mi reinona,
                          puente de plata con columnatas;
                          aunque diga que es de hierro
                          por su destierro,
                          es un buen puente colgante
                          para una mujer arrogante.

                                 ¡Ay! de mi llorona, llorona,
                                 ¡qué escalofrío!
                                  que se desploma,
                                  tu señorío.

                                          Pena sin lágrimas,
                                          un llanto frío,
                                          acompañado de griterío.

                                                    ¡Ay! de mi llorona, llorona,
                                                    te llevaré al río;
                                                    tanto extravío
                                                    descorazona.

                                                           Ansié juntar nuestras almas,
                                                            mi corazón con su pecho,
                                                            y en un gesto cesarino,
                                                            los vendió con desatino
                                                            al sufrimiento y  despecho.

                                                                   ¡Ay! de mi llorona, llorona,
                                                                   te doy mi abrigo,
                                                                   y lo aguijonas.

  
                                                                          Si ante el cariño,
                                                                          muros levanta,
                                                                          puente de plata,
                                                                          para un corazón de hojalata.




                                                                                                             
V. Abad


jueves, 26 de marzo de 2015

Las neuronas espejo


                                             



Cada mañana me preparo para dar entrada al nuevo día con la máxima atención, pues la vida desprende magia y no debemos perder detalle. El saludo agradable o desagradable de las personas que voy  encontrando a mi paso, evidencian mi estado de ánimo, porque lo que creo ocurre fuera de mi, resulta que ya ha sido fraguado en mi interior. Ahora sé que no hay fuera ni dentro, que toda la realidad habla de mí, me delata. “Conócete a ti mismo”, dijo Sócrates, a lo que yo añadiría, salvando las distancias con tan insigne pensador: “ conócete, mirando hacia el exterior”. Un análisis intrínseco a partir de lo extrínseco.

 Ayer tuve un encontronazo con una persona a primera hora, un mal empiece para ambas, hoy le he dado los buenos días con una amplia sonrisa. Ahora que soy consciente de que  entre ella y yo no existen límites, que se me aparece para verme, tengo la obligación de perdonarnos por el bien de las dos.

Una de las muchas causas de que no existan límites,  es la existencia de unas juguetonas neuronas que ocupan varias zonas de mi cerebro. Fueron descubiertas por casualidad y bautizadas como “neuronas espejo”. Ellas son las responsables de la comunicación no verbal, creando un canal de información que implica la imitación. Se cree que fueron el origen del desarrollo del habla y son altamente empáticas, pues tienen la capacidad de transmitir fácilmente emociones positivas o negativas, de una persona a otra. Cuando sonrío a alguien, ese alguien sonríe conmigo, y al contrario. Cuando lloro ante alguien, ese alguien llora conmigo, y al contrario. Veo reír porque siento la risa dentro, lo mismo que veo llorar, así es cómo funciona el espejo, sin embargo hay mayor excitación ante situaciones agradables.

Después de esto, es importante señalar que nuestras conductas y acciones activan los cerebros de los demás por medio de estas neuronas que extienden caminos, puentes, y senderos acompasándose con el otro, como cuando te acoplas a un grupo de danza Tai Chi sin saber los movimientos y terminas fundiéndote en ella con todos. Es la conversión de la dualidad en el UNO.

Así pues, si mis neuronas espejo son tremendamente contagiosas, existe la necesidad de meditar sobre mis actos por la importancia del valor que ejercemos en el cerebro de los demás. Es una reflexión trascendental puesto que somos responsables de nuestra interactuación con las personas y de su resultado; de ahí la necesidad de lavar las heridas curando pacientemente las dolencias de la comunicación.

Mi reflexión me lleva a pensar que las neuronas espejo son herramientas del bien, las semillas del amor plantadas en cada cerebro para fundirse en el del otro y sanar las almas de los dos.


                                                                                                                                   V. Abad