En el post publicado recientemente en este blog, titulado “Facebook”, yo hablaba
sobre cuál podría ser el objetivo de esta red social al hacernos la pregunta:
“qué estás pensando". Decía que normalmente a nadie le interesa lo que piensa el otro, por tanto, me resultaba bastante chocante que así lo hiciera.
“qué estás pensando". Decía que normalmente a nadie le interesa lo que piensa el otro, por tanto, me resultaba bastante chocante que así lo hiciera.
Ahora, mi curiosidad aumenta
cuando leo en el diario “El Mundo” de fecha 30 de Junio, el
siguiente titular: “Facebook
manipuló sin permiso a miles de usuarios para un estudio sobre respuestas
emocionales” (http://www.elmundo.es/tecnologia).
Al parecer, y según la misma noticia,
en enero de 2012 se utilizaron las cuentas de un gran número de usuarios para
hacer estudios de impacto emocional que fueron publicados en una revista de ciencias en EEUU.
El procedimiento más o menos era este, se exponían una serie de contenidos y
se observaba, según esos contenidos, la respuesta emocional positiva o negativa
de los integrantes del grupo de trabajo. Con este estudio se intentaba comprobar el contagio emocional de masas.
Por todo esto, algunos
internautas han puesto el grito en el cielo, mientras los representantes de la
red se han defendido diciendo que llevan un riguroso proceso interno y que
guardan la coherencia con la ley de protección de datos ¡¡bien!!
¡Vaya, vaya! Sr. Facebook, así que mi recelo no era infundado, sino que
tal como suponía, cualquier movimiento
por parte de vosotros, responde a un
objetivo. Echáis el alpiste, y nosotros nos lo comemos. Conejillos de indias gratis para ingentes estudios de masas en una granja muy,
pero que muy nutrida. Así pues, después de todo lo dicho, voy a poner en la casilla de tu insistente pregunta lo qué estoy pensando.
Pienso en la justicia, y en la diferencia que existe
entre la legalidad y la moralidad. Que para mí, en todos los procedimientos en los que se
actúa con seres humanos, la ley debe ir amarrada a la ética, porque no me sirve que algo pueda llevar el sello de
legitimidad, si se están excluyendo aspectos tan delicados como las emociones o los sentimientos, y en este caso se ha experimentado con
personas a las que se les ha practicado subrepticiamente y sin su consentimiento, la observación y se las ha manipulado para obtener ciertas respuestas.
Sr. Facebook, no es de recibo,
pero el mal ya está hecho. Ahora soy yo la que le pregunta por el motivo de semejante experimento y me gustaría incidir, una vez publicada la
investigación, en el hecho de su aplicación, en la que también se puede ser
sumamente legal y perdidamente inmoral. Por ejemplo, está permitido fabricar
armas, pero también venderlas en países en los que van a ir a parar a manos de
niños relegados a la guerra, todo está muy bien apañado. Por tanto, cualquier
estudio de masas, y en especial este, efectuado sin ningún tipo de código deontológico,
puede llegar a manos depredadoras que
sabrían ponerle la “intención”, esa palabra que tiene la facultad de convertir
algo legal en amoral. Cualquiera podría manejar los datos de vuestra
prospección para incentivar, estimular, impulsar, propiciar determinados
comportamientos, que según el propósito asignado resultarían
perfectamente legales y decididamente amorales.
Así pues, aviso para navegantes. Soy
consciente de la facilidad y la libertad que nos proporciona el mundo de la
tecnología, pero también que puede ser una trampa. De todos es sabido que las
redes sociales están llenas de datos que nosotros nos encargamos de publicar confiadamente.
Nuestra intimidad totalmente abierta a la red, nos da sensación de amplitud, por
lo que nos expansionamos y prolongamos hacia el más allá virtual, a veces, sin
medida; y nos queda mucho por aprender a manejar y controlar este bien común. Mientras
tanto, sería bueno que, dado que los poderes no van a hacer uso de valores a la
hora de actuar, tuviéramos en cuenta la
otra cara de la moneda, y aplicáramos la sabiduría de la prudencia, virtud
aristotélica por excelencia, basada en la elección del grado medio, para evitar
ser manipulados más de lo que nosotros podamos controlar.
V. Abad
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