jueves, 5 de junio de 2014

Las Hadas-Hermanas



Existe en casi todas las familias, una casta de mujeres que vela permanentemente por el bien de su progenie, es la casta de las hadas-hermanas.
El hada-hermana, aunque se suela dar en las primogénitas, también se materializa en las hijas medianas o en las menores, y se la puede identificar, por el mimo y el desvelo excesivo que ejerce en los suyos, a pesar de que estos vayan creciendo y ella envejeciendo.
Estas ninfas, fueron agraciadas en su nacimiento con el don de la generosidad y el sentido de pertenencia, guardando debajo del brazo una varita mágica, porque un pan es poco para los designios que tienen encomendados.
Nuestras hadas, comenzaron ocupándose de sus hermanos para continuar con sus propios hijos, sus padres y los hijos de sus hermanos. Ellas velan por los ancianos, niños, enfermos, parturientas y todo aquel que requiera sus atenciones.
Por su aspecto físico, pueden ser altas, bajas, rubias, morenas, corpulentas, menudas… donadas de un corazón grande y un ego muy pequeño. A la hora de proceder, se convierten en pragmáticas, dogmáticas, miméticas y empáticas. Son las enfermeras del alma, una especie de Mary Poppins con un bolso de Prada, Zara o Primark, reventado de golosinas para el ánimo de sus seres queridos.
Adivinas, magas, hechiceras, chamanas…a veces, irrumpen dos a la vez en un mismo espacio, produciendo enormes terremotos dentro de la estructura familiar, al estallar por rozamiento, su fuerza extraordinaria en el intento de resolver un mismo problema. Pero cuando esa savia se une, emerge una energía sobrenatural dispuesta a cambiarlo todo.
Nuestras hadas, alimentan, aportan, comparten, deciden ante la complacencia de los que se dejan querer, extendiendo sus largos tentáculos fuera del núcleo, con su buen hacer hacia los foráneos.
A menudo, se sienten ofendidas ante la indolencia de sus protegidos que protestan egoístamente, o incomprendidas ante una ignorancia que no reconoce el valor de su esfuerzo, pero no son rencorosas. A cambio, ellas no cejan en su empeño, ni reculan, ni se disculpan si se equivocan. No se plantean que pueden agobiar con tanto esmero, porque su motivación es ajena a cualquier tipo de interés personal; hacen lo que deben, el deber por el deber; llevan grabado a fuego el espíritu de Kant.
Las hadas-hermanas, no son exactamente ni lo uno ni lo otro, son las maestras de vida con el rol más femenino en estado puro que es el de cuidar, complementario del masculino que es el de proteger. La hembra cuida-protege, el varón protege-defiende: las fuerzas del mundo en comunión.
Queridos ángeles custodios engendrados en las profundidades de la madre tierra, dotadas del don divino del amor, benditas seáis por y para siempre.

                                                                                                            V. Abad

2 comentarios:

  1. Qué bonito!!! El amor es así, unas veces aceptado otras soportado...pero siempre necesitado. Como siempre pequeña filósofa aciertas con el dardo de tu palabra!!! Una caricia para el alma.

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  2. Se puede decir más alto, pero quien firma esta preciosidad de post es el hada de las hadas... y su ego la mínima expresión.
    Que agradable forma de acabar la jornada, leyéndote.

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