Las cosas que se dicen bajito se suelen expresar con sonidos y silencios acompasados, perfectamente modulados, para arropar al que las recibe. Se hablan en susurro porque son verdades que suelen ofender; no tienen necesidad de aspavientos, grandilocuencias y estridencias porque están apoyadas en la evidencia.
Por ser palabras dañinas, sólo pueden ser pronunciadas por alguien que nos ama, pues ya dice la sabiduría popular, “quien bien te quiere te hará llorar”. Certezas transgresoras y transformadoras que van de corazón a corazón pero que duelen tanto...
Y uno, ante tanta excelencia, cubriéndose el pecho contra dicho ultraje, no puede por más que decir lúcidamente: lo siento, perdona, te amo, gracias.
V. Abad
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