lunes, 24 de septiembre de 2012

Mis delirios



                                                             

                              Sección  Lavar y marcar (12)



¡Maldición! Estoy en una de mis peores pesadillas, a mi derecha la prota, a mi izquierda, morritos-la pija,  ambas en animada conversación mirándose la una a la otra, bordeando con sus miradas mi estático perfil victoriano. Para mayor  fastidio la conversación trata sobre sexo ¿qué más puedo pedir?

-¡Nada de maridos ni parejas fijas, lo mejor es un novio para la ocasión!  -dice la prota con vehemencia- que cada uno cumpla con tu fantasía sexual diaria,  –manifiesta cerrando los labios con fruición simulando una actitud perversa.

-Ay nena, ju,ju, pero que graciosa eres, mira que cómo te pones, claro que razón no te falta –le contesta morritos, mientras Ángela (mi muda)  le seca con la toalla el cabello húmedo.

-Pues yo creo –le dice Mati divertida, cogiendo resuelta con el cepillo un mechón de pelo de la prota- que las fantasías sexuales, son eso, fantasías que no se pueden cumplir porque  dejan de serlo  y se rompe la magia…

Alexandra, Sandra para los amigos, es la prota de nuestro club, una mujer rozando la cuarentena, de las que pisan fuerte. Tiene una puesta en escena extraordinaria y un ego que no le cabe en ese par de pechos bien puestos, y mejor  aprovechados, como suele decir ella. Es de las mujeres que asustan a los señores y también a las señoras, y un gran reto para los hombres más osados. Alexandra es directiva de una gran empresa, soltera, madre adolescente de un chico entrado en la veintena y que, como es de suponer,  parece su hermano más que su hijo.

A mí me impresiona y suelo tratar de evitarla por todos los medios, porque también me incomoda. Las conversaciones y las opiniones tienen que hacer referencia a todo lo que le afecte a ella, y cuando surge un asunto que no le concierne, pues se ocupa de demostrar su desagrado, o de cambiar bruscamente de tema. Es una mujer imponente, pero lo que más me gusta de ella es que pone en jaque a la jolines en unas trifulcas, a veces, un tanto cómicas.

Alfonsa, alias morritos-la pija, o Choncha, también es soltera y de edad impredecible. Hija de un registrador de la propiedad monárquico, que le dejó en herencia un nombre Borbón masculino y la suficiente fortuna para vivir el resto de su vida sin trabajar. Y eso es justamente lo que hace, no trabajar. Lleva las mechas un poco antiguas, permanentemente bronceada, de mandíbula prominente, labios tatuados, pintados siempre en la gama del naranja, color que suele aparecer en los grandes incisivos superiores de su boca. Morritos ama a los perros y a su madre, por este orden, y en cuanto a las relaciones, se le  adjudica un antiguo novio de rancia cuna al que abandonó, un corto matrimonio eclesiástico que anuló y alguna discreta aventura amorosa.

-Calla, calla, no hay nada mejor que poder realizar lo que uno ansía. ¡Deseo esto: lo tengo! –afirma la prota.

-Sandrita te comes la vida a bocados -le dice Mati- yo prefiero hacerlo a sorbitos como el buen café.

-Bueno, bueno –dice la prota-, tú, como la mayoría,  sorbes para no quemarte,  pero yo en algunos momentos prefiero achicharrarme.

-¡Qué fuerte! Juju – la pija ríe siempre con la “u”  poniendo los labios en forma de corazón, mientras me mira a los ojos para implicarme en la conversación-, seguro que lo dices por decir. Hija te olvidas del flirteo, del pretting, del arte de seducir que me apasiona, ¿qué sería el sexo sin todo eso?

-Eso sólo pasa en las películas –dice Sandra entre risas- es muy difícil encontrar un buen amante, te lo digo yo que sé de lo que estoy hablando.

-¡Qué pena que no esté aquí la todóloga, nos daría una buena charla teórica sobre el tema! –apostilla la pija-. La todóloga está en el cuartito con Yoli haciéndose las piernas.

-A mi no me hace falta que me den charlitas de sexo. Hablo por propia experiencia –contesta Sandra.

-Oye que experiencia no nos falta a todas las que estamos aquí  ¿verdad? –dice morritos volviendo la mirada de nuevo hacia mí-. Ante la invitación, afirmo con la cabeza por aquello de hacer algo, mientras Ángela ni se inmuta.

-Todas hemos tenido amantes, no sólo tú guapa ¿qué dices a eso Miriam?

-Pues yo en realidad no muchos, casi ninguno, bueno uno… mi marido –le contesto sonriendo por el embarazo de la situación.

-Uyuyuiiiiiiii. –cotorrea la pija incrédula.

-¡Qué mona! ¡sólo uno! –responde la prota con sorna. –Con uno te faltan  puntos de referencia.

-Pues a mí no me va mal –contesto algo enfadada. Tengo poca cuerda, la verdad.

¡Ni bien! –suelta Sandra como una escopeta. -Pero hija échate un novio por favor, y luego otro. -Me siento ridícula ante el consejo de alguien que apenas me saca unos  años.

-Es un poco leyenda lo que dices, Sandra –asegura Mati- yo sólo he tenido un novio en mi vida y lo he conocido en cada una de sus facetas. El tiempo te ofrece los puntos de referencia porque las personas no somos siempre las mismas, vamos aprendiendo, cambiando… aderezamos el guiso de nuestra relación y donde encontré un amante inexperto, descubrí al cabo del tiempo, un amante fogueado. Así que he tenido muchos amantes. No nos desmerezcas a las que somos más apocadas.

-Palabras, querida mía, eso es aprender a largo plazo y la vida es muy corta para malgastarla

-Estoy con Sandra, Mati –contesta la pija-, con dos o tres novios en unos meses has aprendido mucho más que con uno guisándose a fuego lento, que a veces la relación termina escaldada con el pulpo demasiado duro. Me horripilan las relaciones largas –explica con voz super gangosa- por algo dejé a un novio en el altar, bueno y a alguno más…

-Te horripilan los compromisos, Choncha –contesta Mati. Si habláramos en serio, tendríamos mucho que decir.

-Menos hablar y más actuar, jaja, ¡es una broma tontita! –le sonríe a Mati con picardía - ya sé que te gusta que te calienten la cama, a mi también pero de distinta manera.

Agradezco interiormente las palabras de Mati, preguntándome  por qué no me siento tan mujer como ellas. Pero la conversación no da para más porque acaba de entrar la coronela por la puerta ¡Gracias Dios mío!
 

                                                                                                 V. Abad

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