Cada año es una ilusión, una esperanza, un pellizco ante el
desconcierto del porvenir, gracias a que la vida está llena de puertas y
ventanas por las que poder avanzar. En ocasiones atraviesas unas, a veces te
decides por las otras. Tal vez este año has salido por la puerta grande, airoso de algún percance, seguro de tus logros,
feliz por situaciones positivas producidas. O puede que te hayas
visto obligado a salir por la ventana, sigiloso para no hacer ruido, temeroso
de lo que tienes encima, divertido porque es más ameno saltar que marchar a pie…
Existen infinitas posibilidades y nos vamos a decidir por aquellas que nos
resulten más apropiadas; sin embargo, lo verdaderamente importantes es saber,
ser consciente, de que hay una salida para todo, de que estamos rodeados de
puertas y ventanas de distinto nivel; gateras, agujeros por los que podemos escurrirnos,
asomarnos y sentir la libertad de poder ir más allá, alejarnos de lo que nos disgusta, aprender, crecer y experimentar la vida como un
gran juego que continuamente te sitúa en la primera casilla, con la molesta
sensación de volver a empezar. Pero no es así, todo fin es un comienzo y cada
puerta o ventana es un paso, un vuelo hacia la inmensidad.
V. Abad
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