Los años mudos son esas etapas en las que vives con la respiración contenida. Tiempos de observación, de apnea
profunda, de soledad y silencio. Es el
reinado de los sentidos, donde no se piensa más que con el corazón que es
el órgano de la clarividencia, por eso te hielas ante las palabras vacías
y los abrazos insustanciales, o te deleitas con las pequeñas cosas y el
cariño de la gente auténtica. Son años agridulces, sensuales, de una
extraordinaria sensibilidad en los que sin derramar una lágrima, llueve por
dentro. Son anacrónicos porque no acaban
un 31 de diciembre, ni contienen 365 días; y tan lentos, que te ves obligado a practicar la filosofía china del ” bei bu bei”, “dejar pasar", "ser siendo” y a esperar... esperas pacientemente que entre el
aire, esa brisa fresca que anuncia, tal que un trece de junio, que ya se ha cumplido, mientras tanto, un deseo al
viento: ¡Feliz Año Mudo!
V.
Abad