Resulta desolador escuchar
conversaciones cotidianas, mantenidas por personas de buen nivel
cultural en las que se dicen cosas como: “Yo le dije a mi hija, escoge
filosofía para selectividad, son ocho autores coñazo, la mitad del
programa y lo tienes casi seguro”; o “ ahí estaban haciendo la prueba de
filosofía sólo 10 alumnos, diez pirados”, y es que si fuéramos
capaces de profundizar en nuestras palabras, la mayoría de las veces nos
quedaríamos mudos, aunque la realidad es que estamos ciegos y sordos.
Al final la asignatura de filosofía ha
resultado ser una disciplina instrumental para subir una nota que otras
materias con mayor "dificultad intelectual" no te permiten; ese es el mensaje
revelador de esta madre pues en general, a nadie le importa el
conocimiento filosófico.
Así que, a nadie le importa que sus hijos
dispongan de un código ético soporte de una personalidad con la que van a tener
que lidiar toda su vida. Tampoco que nuestros niños aprendan autocrítica, a
pensar, discernir, cuestionar, ante la cantidad de situaciones que se le van a
presentar a lo largo de su existencia. No es relevante saber que los problemas
tienen una solución y que las preguntas bien formuladas guardan en sí el 90% de
la respuesta. Y lo que es de suma trascendencia, acceder al conocimiento
es conectar con el sentido de la vida, algo que la mayoría de nuestros
jóvenes ignoran y cuya carencia origina enfermedades típicas de nuestra
sociedad, como puede ser la depresión y otras. Claro está, que a mis
afirmaciones, la perspicaz conversadora podría contestar que estas cuestiones se
pueden solucionar con ayuda de las ciencias y de la religión.
Pues resulta que la filosofía que
nosotros conocemos, esto es, la griega, es una materia de la que se segregaron
todas las ciencias y negarla, sería negar nuestra propia humanidad. El sentido
instrumental que le da la sociedad actual dista mucho del que yo entiendo, ya
que el pensamiento no puede ser más que una herramienta para la vida que te
lleva desde el razonamiento y el sentido común, hasta la conquista del ser.
Igualmente, la religión se escapa del
concepto y de la elucubración para apoyar convicciones como la creencia y la
fe, que si bien pueden ser objeto de especulación filosófica, no forman parte
de ella. Se puede ser ateo, pero es una tragedia ser ignorante.
Como decía Descartes, los hombres que mejor filosofan son los que dan naciones más civilizadas. Y aquellos que están en el poder lo
saben, por eso aplican fuertes recortes en asignaturas humanistas y en
general en la educación que merman aún más, si cabe, la preparación vital y
personal del alumno.
Mientras tanto nos movemos en una
sociedad dividida entre el blanco y el negro sin posibilidad de distinguir los
matices. Si estudiáramos filosofía para aprender, en vez de para aprobar,
estaríamos más relacionados con significados difusos como sofisma, entelequia,
felicidad… que nos ayudarían a distinguir las tonalidades de nuestra
intima realidad.
Así pues, podemos seguir arrebatándoles
las humanidades a los alumnos en las escuelas, pero no debemos hacerlo desde
las raíces del entorno familiar, porque les robamos su condición de ser
humano y en ese caso, sólo tendremos máquinas perfectamente preparadas para
desenvolverse en una sociedad nihilista. Esa sociedad en la que el mayor logro
personal es alcanzar el estatus de persona brillante a menudo, en detrimento
del de buena persona, sin preguntarse en el recorrido, si coincide su “querer”
con su “ser”. La separación de lo uno y lo otro, es lo que provoca el
desasosiego y la angustia vital que muestran la mayoría de nuestras
sociedades occidentales .
Simplemente le recomendaría a esta madre
las palabras de Einstein que hablan sobre la facilidad del ser humano para hablar
en dos años, y la necesidad de otros sesenta para callar.
V. Abad
SER (lat. ens): Aquello que todos los seres, existentes o posibles, tienen en común, y a lo que compete existir de alguna manera "Id cui competit esse".
SOFISMA: Razonamiento falso presentado con apariencia de verdadero.
ENTELEQUIA: Término que empleó Aristóteles para designar la perfección o realización plena de las potencialidades de un ser, o la expresión completa de su forma.
FELICIDAD: Estado de armonía o plenitud interior, reflejo de la recta ordenación de la vida hacia su verdadero fin. La felicidad se diferencia del placer: puede una vida llena de placeres ser profundamente desdichada, y, a la inversa, ser feliz sin disfrutar de placeres. Etimológicamente, procede de buen demonio, término en el sentido socrático del daimon interior o espíritu profundo personal.
NIHILISMO: Término que se aplica a algunas teorías para indicar que sus consecuencias, directamente o por "reducción al absurdo", conducen a la negación de la realidad o a su no inteligibilidad.
HUMANISMO: Movimiento artístico que caracterizó el Renacimiento italiano del siglo XV por su afición a las letras y las ciencias humanas, con paralelo abandono de la teología y la metafísica. Dícese también de toda doctrina que hace del hombre centro y medida de todas las cosas.
SER (lat. ens): Aquello que todos los seres, existentes o posibles, tienen en común, y a lo que compete existir de alguna manera "Id cui competit esse".
SOFISMA: Razonamiento falso presentado con apariencia de verdadero.
ENTELEQUIA: Término que empleó Aristóteles para designar la perfección o realización plena de las potencialidades de un ser, o la expresión completa de su forma.
FELICIDAD: Estado de armonía o plenitud interior, reflejo de la recta ordenación de la vida hacia su verdadero fin. La felicidad se diferencia del placer: puede una vida llena de placeres ser profundamente desdichada, y, a la inversa, ser feliz sin disfrutar de placeres. Etimológicamente, procede de buen demonio, término en el sentido socrático del daimon interior o espíritu profundo personal.
NIHILISMO: Término que se aplica a algunas teorías para indicar que sus consecuencias, directamente o por "reducción al absurdo", conducen a la negación de la realidad o a su no inteligibilidad.
HUMANISMO: Movimiento artístico que caracterizó el Renacimiento italiano del siglo XV por su afición a las letras y las ciencias humanas, con paralelo abandono de la teología y la metafísica. Dícese también de toda doctrina que hace del hombre centro y medida de todas las cosas.